Comer en París

09/02/2023
La ciudad de las luces lo es también de la gastronomía, de la elegancia, del saber estar y del disfrute. Visitar París siempre es una alegría. No dispone del dinamismo de Londres o Nueva York ni falta que le hace, porque alguien debe preservar las tradiciones y defender los aspectos válidos de la moda, la belleza o la gastronomía. Comer en la capital francesa puede ser más económico de lo que en principio podríamos pensar, aunque la cuenta también se puede disparar casi hasta el infinito. Por ello hemos recorrido en nuestro viaje desde bistrot hasta restaurantes con estrella Michelin. Por cierto, ¿a qué no sabéis cuantas estrellas brillan en la guía roja? Pues París cuenta en la actualidad con 112 restaurantes con una estrella, 14 con dos y 10 con tres “macarons”. Casi nada. Pero bien es verdad que el nivel de exigencia en España es más elevado y restrictivo. Si el dinero es un castigo para ti puedes fundirte los fondos en algunos de los mejores restaurantes de Francia. No dejes de ir a Pierre Gagnaire, Guy Savoy, L´Arpege, Plénitude (que se ha convertido en el primer restaurante en pasar de 0 a 3 estrellas en apenas seis meses de vida) o L´Ambroisie, todos ellos con tres estrellas Michelin y menús a partir de 400 €.
  • Akrame (Madeleine): es el David Muñoz parisino. Transgresor, divertido, ocurrente, es capaz de cocinarte un bogavante en tu cara infusionado en un tarro de cristal o carbonizar una piña y convertirla en un postre espectacular. Tienes un menú a mediodía de 85 € y el degustación a la carta de 200 €, no hay término medio. Los dos son brutales.
 
  • Bouillon Pigalle (Montmartre): es un modelo de éxito. Cocina sencilla, clásica, bien elaborada y a precios populares. Pagarás entre 30 y 40 € y podrás comer caracoles, paté en “croute” (hojaldrado con pistachos), sus famosos huevos con mayonesa o cerdo con patatas. Intenta reservar porque la cola para comer es inmensa.
 
  • Huitrerie Regis (Saint-Germain-des-Prés): es posiblemente la mejor opción para ponerte morado de ostras en París. Tienen cinco clases, y te nombran hasta el productor, como Yves Papin o Cadoret. También puedes comer almejas, erizos o caracoles de mar, acompañados por supuesto de una copa de champagne.
 
  • Momo House (Bonne-Nouvelle): fue la comida más barata y divertida de todo el viaje. Puro “street food” en este caso al más puro estilo “Nepal & Tibet”. Son especialistas en “dumplings”, que preparan al momento desde cero delante de la barra. Los hay de vegetales, ternera y pollo.
 
  • Neso (Cadet): Guillaume Sánchez rebosa creatividad. Hace extracciones de vapor en frío, fermenta… cocina actualizada en la que tiene bastante protagonismo el mar. De hecho, acaba de abrir un bistrot llamado Neso 2 para potenciar todo lo que tenga que ver con sabores marineros.
   
  • Paul Bert (Charonne): cocina francesa sin contemplaciones. Mollejas, venado, cerdo y poco más, porque su carta es corta y concisa. Completan la propuesta salmón ahumado, huevos y por supuesto quesos. Buena carta de vinos a precios contenidos para lo que es Francia.
 
  • Septime (Charonne): sostenibilidad en estado puro. Tiene un menú a mediodía a 65 € que nos permitirá conocer su filosofía a un precio moderado. Verduras, hortalizas y apoyo al pequeño productor. Mesas sin mantel, algo que ha llegado para quedarse.
 
  • Solstice (Montparnasse): el cocinero Eric Tronchon es uno de los tapados de la capital. Su carácter introvertido hace que no sea tan popular ni famoso como otros colegas, pero practica una cocina elegante, clásica y placentera. En la sala oficia su mujer, coreana, discreta pero a la que le faltan tablas para estar a la altura del local.
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