Había una historia por escribir sobre la gastronomía asturiana. Cuarenta y cinco años son suficientes para poder hacer balance y echar la vista atrás para ver cómo hemos cambiado. La confusión impera cuando se habla de la primera estrella, asignada erróneamente en ocasiones a Trascorrales del fallecido Fernando Martín. Dejemos testimonio de cómo suceden los actos. La
Guía nace en 1910. Solo dos personas en España tienen todas las publicadas, algo así como 75 ediciones, porque al principio y en realidad hasta 1956 no era anual. Ni siquiera tenía una periodicidad clara, a lo que hay que añadir que debido a la Guerra Civil, desde 1938 y hasta 1952 no supimos nada de la guía amarilla, porque ese era su color en la primera mitad del siglo XX. Los propietarios de semejante colección son Antonio Cancelas, el mayor desgranador de datos y al que le debemos mucha de la información que hoy está accesible, y a Juan Antonio Duyos, estudioso de la gastronomía desde el punto de vista teórico y práctico.
En realidad la guía no se vuelve a publicar en España hasta 1973, solo se podía adquirir en Francia durante la década de los 50 y los 60. Y para sorpresa de todos ningún restaurante consiguió “macaron” en aquel año. Fue en 1974 cuando la estrella Michelín tuvo sus primeros propietarios de la etapa moderna. Entre ellos, Juan Mari Arzak, Jean Louis Neichel (en El Bulli) y un asturiano, Luis Gil, del restaurante Casa Fermín. Este es el primer restaurante reconocido por la guía en Asturias, permaneciendo en el Olimpo en solitario durante la friolera de doce años, hasta 1986, cuando se reconoce también a Los Hórreos en Gijón y Trascorrales en Oviedo. La casualidad quiso que al igual que tuvieron la fortuna de compartir gloria también compartieron desgracia al quitársela a ambos a la vez la guía de 1994.
Pero tres años antes, el padre de la revolución culinaria asturiana, Pedro Morán, había recibido el reconocimiento a su gran labor en 1991, con lo que Casa Gerardo es hoy en día el restaurante más veterano en activo de los galardonados en la región, con nada más y nada menos que 27 años estrellado. En 1997, el restaurante de Prendes se queda solo en el Olimpo asturiano al perder Casa Fermín su “macaron”.
El siguiente hito lo consiguió en 1999 un jovencísimo Nacho Manzano, que recibía a la vez que su amigo Paco Ron (La Taberna de Viavélez) su primera estrella. Un año más tarde entraba en escena José Antonio Campoviejo y su Corral del Indianu, convirtiendo al concejo de Parres en el lugar con más estrellas por habitante. Pero el gran año de la gastronomía asturiana fue 2004, en realidad 2003, porque la guía sale siempre a mediados de noviembre del año anterior, que fue cuando tuvimos la noticia de que l ́Alezna de Pedro Martino, Paladares de Alejandro Urrutia y La Solana de Gonzalo Pañeda y Toni Pérez lograban que Asturias pasara de cuatro estrellas a siete. Toda España se fijó entonces en nuestra región, y todo el mundo hablaba de lo bien que se comía en Asturias, de la evolución pegada al terruño que por suerte hoy en día se mantiene, y en una nueva generación de cocineros que habían sabido reinterpretar con creatividad y elegancia el recetario tradicional.